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sin complejos vino

Sin complejos ni postureo. ¿Tú qué quieres?

Después de casi veinte años trabajando en una bodega es inevitable que amigos y conocidos repitan la frase “elige el vino, que tú sabes…” cada vez que nos juntamos para comer, cenar o celebrar algo. Igual de inevitable es mi respuesta, siempre la misma: ¿si tuvierais un amigo cocinero le pediríais que os eligiera la comida por vosotros?

En los últimos años probablemente provocado por la necesidad de mejorar la percepción general sobre la calidad de los vinos de nuestras regiones, hemos asistido a la aparición de una serie de malos usos, que, como daños colaterales, ponen el peligro el verdadero disfrute y dificultan la generalización del vino como un elemento lúdico y sencillo de comprender. Podemos llamarlo “esnobismo”,” postureo” o simplemente “tontería”, como diría mi abuela

Una prueba que suelo hacer también con las personas que me dicen “es que yo no entiendo de vinos”, casi con vergüenza, como si fuera una obligación entender de todo, como si fuera necesario entender de vino para disfrutarlo, es enfrentarlos a dos copas de dos vinos distintos y darles a elegir.

Siempre, todos, eligen el que más les gusta, como no podría ser de otra manera. Como ocurre con los yogures, con los panes, con las galletas o con unos pantalones.

Es ahí cuando aquellos que podemos tener algún conocimiento más sobre elaboración, variedades, tipicidad, cata y tantas cosas más, debemos hacer fácil ese primer acercamiento, sin que tomar una copa de vino se convierta en un estresante esfuerzo intelectual y sensorial, y que, para evitar ese esfuerzo, acabemos pidiendo “una cerveza” (sin más).

La primera vez en mi vida que probé un vino de maceración carbónica no tenía ni idea en qué consistía ese método de elaboración, pero sí que supe que me gustaba.

Debería ser lo más normal beber un Bobal Blanco y disfrutar de su acidez, su aroma a flores blancas y a la vez a fruta madura, sin tener ni idea que se trata de un vino blanco procedente de una variedad que es conocida por producir tintos rotundos, de colores intensos y con carácter propio.

Tenemos que cambiar entre todos el paradigma y lanzarnos a probar el vino sin ningún tipo de presión autoimpuesta, y si nos gusta, decirlo, y si no, también.

Quizá de esa forma, empezaremos a beber vinos que nos gustan a nosotros, en lugar de beber vinos que nos haya recomendado un amigo que dice entender de vinos, un crítico o un periodista especializado, y a quien no nos atrevemos a llevar la contraria.

Quizá de esa forma seamos capaces de disfrutar de un Nebla Verdejo Rosé con cierre de rosca, sin que nos explote la cabeza intentando recordar si la uva verdejo es una uva para blancos o si el cierre de rosca en mejor o peor que un tapón de corcho o uno sintético….
Pero de cierres hablaremos otro día.

Olvidemos los complejos y disfrutemos con moderación del vino, es más sencillo de lo que algunos nos quieren hacer creer. ¡Salud!

 

 

Artículo escrito por:
José María Busquets,
Director de Compras y operaciones de Bodegas Vicente Gandia

 

 

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